Baterías
por Patricia Coral
Editado por Julia Rios
Noviembre 2019
Recojo baterías para ti de la misma forma que un agricultor recoge su cosecha. Recojo baterías para ti como mami recogió sus orquídeas antes que llegara el huracán. O, recojo baterías para ti, lo mas rápido que puedo, de la misma forma que una madre recoge a sus hijos para huir de la guerra. Recojo luz para ti. Recojo la ausencia de la oscuridad. Recojo mi dolor. Me recojo a mí misma. En cajas. Para ti. Y no puedo hablar contigo y no sé qué baterías necesitas. Así que recojo todas las que puedo encontrar AA, AAA, C, D… Y me pregunto cuáles utiliza tu linterna, y cuántas linternas tienes. Me pregunto si te funciona la radio y si puedes escuchar las noticias. Y si tienes música. Y si te quedan suficientes crucigramas para sustituir tus novelas. Una abuela no debería estar a oscuras. Y me pregunto si todavía tienes fósforos para tus velas. Y si el Sagrado Corazón de Jesús tendrá un velón para ti. Tú que le has prendido tantos… Tu oscuridad me llama, me grita y no puedo verte.
Cómo te mando el sol en una caja.
Cómo te mando luz en un Flat Rate Box de USPS.
“¿Qué tamaño necesitas?”, me preguntan en el correo. “El más grande,” le respondo. Camino con las cajas a mi carro, que está lleno de baterías de todas las marcas y todos los tamaños. Abro el baúl que también tiene latas de jamonilla, de frutas, de sopas… Te quería mandar comida, pero me pediste luz. Tú, la que nunca me pide y siempre me da. Luz. Meto todas las baterías que caben en la caja, meto tres linternas y meto también la fe de alumbrarte.
Preparo dos cajas, en vez de una, por si una de las dos se pierde, para que una de las dos llegue primero. Y antes de cerrarlas veo que caben dos latas de sopa y dos de frutas. Y las meto. Por si te da hambre.